Levanta vuelo el avión más grande del mundo: transportará palas de turbinas eólicas de más de 100 metros
La empresa estadounidense Radia desarrolla el WindRunner, un avión de 108 metros de largo y 80 de envergadura diseñado para resolver uno de los mayores desafíos logísticos de la energía eólica: trasladar palas gigantes hasta los parques terrestres.
Actualidad09/11/2025
Cambio Global


Mover por tierra una pala eólica de más de 100 metros es casi imposible: puentes bajos, carreteras estrechas y curvas cerradas hacen que cada transporte sea una odisea técnica y económica. Frente a ese desafío, la empresa Radia, con sede en Colorado (EEUU), se propuso una solución inédita: construir el avión más grande del mundo, capaz de transportar por aire las piezas más voluminosas de una turbina eólica directamente hasta el sitio de instalación.
El proyecto se llama WindRunner, y promete cambiar el mapa logístico de la industria eólica global. Con 108 metros de largo, 80 metros de envergadura y cuatro motores, la aeronave podrá aterrizar en pistas de tierra de solo 1,8 kilómetros, lo que permitirá su operación en zonas remotas, incluso dentro de los propios parques eólicos.


El primer vuelo está previsto para finales de 2029, y su debut comercial podría darse en 2031, tras la certificación de la Administración Federal de Aviación (FAA).
“La energía eólica necesita pensar en grande”
El CEO y fundador de Radia, Mark Lundstrom, tiene una visión clara: “La energía eólica está limitada, a menos que descubramos cómo transportar estos objetos gigantes por aire”. Según explica, el transporte terrestre de palas de más de 100 metros resulta inviable por restricciones físicas y de infraestructura, y es allí donde el WindRunner podría marcar un antes y un después.
Lundstrom, ingeniero y emprendedor que fundó Radia en 2016, asegura que la próxima generación de turbinas -de hasta 10 megavatios de potencia- necesita nuevas soluciones logísticas. “Las turbinas más grandes hacen que los parques eólicos en zonas con vientos moderados sean rentables. Eso significa más energía limpia a menor costo”, señala.
Para demostrarlo, la compañía encargó un estudio que muestra que las turbinas de 10 MW podrían mejorar en un 20% el factor de capacidad, reduciendo los costos eléctricos y las emisiones de carbono asociadas.
El avión más grande del planeta
El WindRunner será una máquina descomunal: su parte superior alcanzará los tres pisos de altura, y podrá transportar hasta tres palas de 80 metros, dos de 95 o una de 105 metros, con un alcance de 2.000 kilómetros por vuelo.
Fabricado principalmente en aluminio -por su resistencia y facilidad de reparación-, el fuselaje está diseñado para soportar vibraciones y aterrizajes en terrenos no pavimentados. Las alas, hechas de materiales compuestos, se ubican a gran altura para evitar daños por residuos o impactos durante las operaciones en campo.
A diferencia de los aviones comerciales, el WindRunner tendrá alas rectas, que reducen la velocidad de aterrizaje a unos 185 km/h, similar a la de una avioneta Cessna. “Queríamos un avión capaz de despegar y aterrizar en condiciones adversas, en pistas improvisadas, y que pudiera operar cerca de los proyectos eólicos”, detalló Lundstrom.
Un proyecto con respaldo estratégico
Radia no es una startup cualquiera. Entre sus asesores figuran nombres de peso como el exsecretario de Energía de EEUU Ernest Moniz y el exprimer ministro australiano Malcolm Turnbull. La empresa ya ha asegurado gran parte de los proveedores “clave” y estima que la construcción requerirá una inversión de miles de millones de dólares, financiada en buena parte por programas de apoyo gubernamental.
El CEO también dejó abierta la posibilidad de que el WindRunner se utilice en operaciones militares de transporte pesado, una alternativa que ampliaría su atractivo comercial.
El diseño del WindRunner apunta a autonomía y flexibilidad. Su gran ventaja frente al transporte terrestre es la posibilidad de despegar y aterrizar en suelos de tierra compactada, cerca de los sitios donde se construyen los parques eólicos. Así, evita las limitaciones de los puertos, las carreteras y la infraestructura tradicional, que hoy son un cuello de botella para el crecimiento de la energía eólica terrestre.
“El objetivo no es solo volar más alto o más lejos”, afirma Lundstrom, “sino permitir que la energía eólica llegue a nuevos lugares y escale a un nivel verdaderamente global”.
Una nueva era para la energía eólica terrestre
El WindRunner simboliza la convergencia entre aviación, innovación y transición energética. Si logra concretarse en los plazos previstos, permitirá transportar palas más largas, impulsar turbinas más potentes y, en última instancia, abaratar el costo de la energía eólica en todo el mundo.
Como resume Lundstrom: “La energía del futuro no solo depende del viento, sino también de nuestra capacidad para moverlo.”
Con su diseño monumental y su promesa de abrir nuevas rutas en el cielo, el WindRunner podría convertirse en un aliado decisivo para la expansión global de las energías renovables.

